miércoles, 28 de abril de 2010

sin titulo #4


A la larga, con una loca angustia en el corazón, abrí rápidamente
los ojos. Mi espantoso pensamiento hallábase, pues, confirmado.
Me rodeaba la negrura de la noche eterna. Me parecía que la
intensidad de las tinieblas me oprimía y me sofocaba. La atmósfera
era intolerablemente pesada. Continué acostado tranquilamente e
hice un esfuerzo por emplear mi razón. Recordé los procedimientos
inquisitoriales, y, partiendo de esto, procuré deducir mi posición
verdadera. Había sido pronunciada la sentencia y me parecía que
desde entonces había transcurrido un largo intervalo de tiempo. No
obstante, ni un solo momento imaginé que estuviera realmente
muerto.
El pozo y el pendulo, Edgar Alan Poe.

miércoles, 14 de abril de 2010